martes, 11 de febrero de 2014

La trampa de Sinigaglia

El día en que Ramiro fue ejecutado, César [Borgia] salió de Cesena, dejando el cuerpo mutilado en la plaza de la ciudad y marchando hacia el sur. Tres días más tarde llegó a Fano, donde recibió a los emisarios de la ciudad de Ancona, quienes le dieron garantías de su lealtad. Un mensajero de Vitellozzo Vitelli anunció que el pequeño puerto adriático de Sinigaglia se había rendido a los condottieri [soldados mercenarios].


Sólo la ciudadela, a cargo del genovés Andrea Doria, seguía resistiendo, y Doria se negaba a entregarla a cualquiera que no fuese el mismo César. [Borgiaj mandó aviso a Doria de que llegaría al día siguiente, que era exactamente lo que los condottieri querían oír. Una vez llegado a Sinigaglia, César sería presa fácil, atrapado entre la ciudadela y las fuerzas que rodeaban la ciudad...


Los condottieri estaban seguros de su superioridad militar, convencidos de que, al partir las tropas francesas César Borgia se había quedado sólo con una pequeña fuerza.
Pero en realidad, según Maquiavelo, [Borgia] había dejado Cesena con diez mil hombres de infantería y tres mil caballos, y se había tomado el trabajo de dividir a sus hombres, a fin de que avanzaran por rutas paralelas pero separadas, antes de converger sobre Sinigaglia.

El motivo por el cual avanzaba con una fuerza tan grande era que sabía, gracias a lo confesado por Ramiro de Lorca, del plan de los condottieri. Por lo tanto, decidió volver la trampa contra quienes se la habían tendido. Ésta fue una obra maestra del engaño, que el historiador Paolo Giovio denominó, más adelante, "el magnífico engaño".

La madrugada del 31 de diciembre [de 1502] César Borgia llegó a las afueras de Sinigaglia... Conducidas por Michelotto Corella, la avanzada de las fuerzas de César, de doscientos lanceros, tomó posición sobre el puente del canal... El control del puente impidió el retiro de las tropas de los conspiradores...


César saludó a los condottieri con efusividad y los invitó a unirse a él... Michelotto había preparado el Palazzo Bernardino para que César lo ocupara, y el duque invitó a los condottieri a que pasaran... Una vez adentro, los hombres fueron arrestados por los guardias que se acercaron con paso sigiloso por la retaguardia... [César] dio la orden de atacar a los soldados de Vitelli y de Orsino en las áreas suburbanas... Aquella noche, mientras las tropas eran aplastadas, Michelotto estranguló a Oliveretto y a Vitelli en el palacio Bernardino... De un solo golpe [Borgia] se libró de sus ex generales y peores enemigos.


 THE BORGIAS, IVAN CLOULAS, 1989

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