En cierta oportunidad, hablando el rey Hierón de Siracusa con uno de sus enemigos, éste le recriminó al rey que tenía mal aliento. Hierón, consternado, en cuanto volvió a su vivienda le dijo, en tono de reproche, a su esposa: "¿Cómo es que nunca me dijiste que yo tenía este problema?".
La esposa, una mujer simple, casta e inocente, le contestó: "Señor, yo pensé que el aliento de todos los hombres olía como el tuyo".
sábado, 8 de febrero de 2014
El beneficio que brindan los enemigos
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